[Entrada 144]
La memòria enganya
Sí, sí, la memòria ens enganya. Jo sempre he estat molt ben dotat pel que fa a memòria, especialment la fotogràfica, però en ocasió de la meva segona ascensió a l’Aneto, em vaig adonar que a vegades ens pot arribar a enganyar completament.
Pels que no ho sabeu, l'Aneto és el pic més alt dels Pirineus, el seu cim és a uns 3.404 m sobre el nivell del mar. Tot i que no és d'una gran dificultat tècnica és un objectiu habitual dels que estimem l'excursionisme i la muntanya en aquestes terres. Hi vaig ascendir per primer cop a la meva adolescència, amb 18 anys, i hi vaig tornar per segona vegada per acompanyar a la meva filla, llavors era ella l'adolescent. Aquesta segona vegada vaig prendre consciència del traïdora que pot arribar a ser la memòria.
Potser ja sapigueu que per completar aquesta ascensió cal passar pel pas de Mahoma. Es tracta d'un pas situat molt a prop del cim que es caracteritza per la seva dificultat. No és una dificultat tècnica, ja que en té ben poca, sinó que la dificultat ve del fet que és molt aeri, ja que els vessants a banda i banda són molt alts i escarpats, i la gent que pateix de vertigen o por a les altures de vegades renúncia passar-lo.
El record que jo en guardava a la memòria de la meva primera visita en aquest pas i la realitat que em vaig trobar en aquesta segona vegada eren completament diferents. El de la meva memòria era força més bonic, bucòlic i menys esfereïdor del que era en realitat. El més greu és que la primera vegada el vaig passar dues o tres vegades per intentar convèncer a un dels companys, un amic una mica més jove que jo i amb molta por les altures, perquè passés, cosa que no va voler fer malgrat tot.
El dia de la meva segona ascensió vaig prendre consciència del poc fiable que pot arribar a ser, de vegades, el que un guarda a la memòria.
Una abraçada.
La memoria engaña
Sí, sí, la memoria nos engaña. Yo siempre he estado muy bien dotado en cuanto a memoria, especialmente la fotográfica, pero en ocasión de mi segunda ascensión al Aneto, me di cuenta que a veces nos puede llegar a engañar completamente.
Para los que no lo saben, el Aneto es el pico más alto de los Pirineos, su cima está a unos 3.404 m sobre el nivel del mar. Aunque no es de una gran dificultad técnica es un objetivo habitual de los que amamos el excursionismo y la montaña en estas tierras. Ascendí por primera vez a él en mi adolescencia, con 18 años, y volví por segunda vez para acompañar a mi hija, entonces era ella la adolescente. Esa segunda vez tomé conciencia de lo traidora que puede llegar a ser la memoria.
Puede que ya sepáis que para completar esa ascensión hay que pasar por el paso de Mahoma. Se trata de un paso situado muy cerca de la cima que se caracteriza por su dificultad. No es una dificultad técnica, ya que tiene muy poca, sino que la dificultad viene del hecho de que es muy aéreo, ya que las laderas a ambos lados son muy altas y escarpadas, y la gente que sufre de vértigo o miedo a las alturas a veces renuncia pasarlo.
El recuerdo que yo guardaba en la memoria de mi primera visita a ese paso y la realidad que me encontré en esa segunda vez eran completamente diferentes. El de mi memoria era bastante más bonito, bucólico y menos aterrador de lo que era en realidad. Lo más grave es que la primera vez lo pasé dos o tres veces para intentar convencer a uno de mis compañeros, un amigo algo más joven que yo y con mucho miedo las alturas, para que pasara, cosa que no quiso hacer a pesar de todo.
El día de mi segunda ascensión tomé conciencia de lo poco fiable que puede llegar a ser, a veces, lo que uno guarda en la memoria.
Un abrazo.
Creo que las cosas nunca las vemos por lo que son en si mismas, sino inmersas en nuestros propios deseos, sentimientos, expectativas..., las que hubiera en ese momento concreto. El paisaje no es el mismo cuando se contempla en soledad que al lado de la persona con la que quisieras pasar el resto de tu vida. De hecho, si lo fuera es que no sería esa persona.
ResponEliminaPero en lo que de verdad me haces pensar con tu reflexión es en el sabor que tienen las cosas a esa edad en la que todavía somos bastánte ingénuos (quizás en tu caso, más bien temerario ;-P) y percibimos cuanto nos rodea desde una enorme falta de experiencia en la vida. Esto es algo que yo, desde que cumplí los treinta he pensado muchas veces, y es que cada vez me cuesta más encontrar algo, alguien, que de verdad me transmita emociones profundas. Demasiado visto, demasiado vivido. Y como a ti se me han repetido momentos y lugares que ya no fueron lo mismo. En cierta forma esto lo resumieron tus compatriotas de Astrud con un "Y para recordarte, no me hará falta recordar, tan sólo esperarme a que me vuelvas a pasar. Otro nombre, otra cara y lo demás no va a cambiar". Quien no haya sentido esto, al menos alguna vez, es que aún no ha vivido lo suficiente. Pero esta afirmación no sería posible sin la otra que lleva implícita, y es que debió existir una primera vez, en la que si fue especial y único.
El caso es que todo el mundo dice que cuando vuelve a un sitio que le deslumbró de niňo, descubre con ojos más adultos que resulta bastante más pequeňo y menos bonito de lo que recordaba, o que aquellas películas que antes le hicieron llorar, después le parecieron un poco bobas; y en realidad nunca sabes si es que has ido mejorado tu perspectiva con los aňos o es que simplemente te has ido perdiendo un poco por el camino.
Un abrazo
Pucho
Aunque eso de ser ingenuo para muchos pueda parecer un termino algo despectivo, para mí es algo precioso y que me parece una lástima que tengamos irremisiblemente que perder con la madurez. La espontaneidad y la generosidad de la infancia, adolescencia y primera juventud tiene para mí mucha relación con esa ingenuidad que es para muchos peyorativa.
EliminaSin duda, como ya han dicho muchos y mucho más sabios que yo, y mucho mejor de lo que podría decirlo yo, en esta vida vamos cambiando continuamente y vamos siendo una persona distinta en cada momento o período de tiempo. Por ejemplo, Jorge Luis Borges lo plasma muy bien en su narración "El otro".
Pero mi reflexión pretendía ir por otra línea. No recuerdo muy bien donde, ni cuando, ni como se llamaba un documental en que se hacia narrar a cinco personas distintas un mismo hecho fortuito, creo que era un accidente, y como esas narraciones eran claramente distintas, no parecía el mismo hecho. También recuerdo haber visto un western, del que tampoco recuerdo el título, en que eran tres los narradores. Me pareció genial ya en su momento. Claro eso lo he aplicado a un mismo lugar en dos momentos distintos de una misma persona, que ya no era la misma...
Muchas gracias por tu aportación.
Un abrazo.