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dijous, 5 de desembre del 2019

Canviar el món --- Cambiar el mundo


[Entrada 292]

Canviar el món

“Buscava per tot arreu els qui tenien el poder de canviar el món, fins al dia en què em vaig adonar que potser era jo”.
Frédéric Beigbeder (1965) és un escriptor, crític i comentarista francès.
Les revoltes del maig francès (1968) formen part de la meva adolescència. Eslògans com Il est interdit d'interdire ("Prohibit prohibir"); Soyez réalistes, demandez l'impossible. ("Sigueu realistes, demaneu l'impossible."); faites l'amour et non la guerre ("Feu l'amor i no la guerra"); Je suis Marxiste—tendance Groucho. ("Soc marxista, tendència Groucho"); o Embrasse ton amour sans lâcher ton fusil ("Besa al teu amor sense deixar anar el teu rifle") estan incorporades a la meva vida.

En aquells moments a la meva terra encara era viva la dictadura franquista i ja havia superat una postguerra que havia durat quasi 20 anys. L'economia del país havia començat a reflotar gràcies al Pla Nacional d'Estabilització Econòmica de 1959 que volia acabar amb l'economia autàrquica i que va funcionar, segons assegurava Ramon Tamames, gràcies a la forta aportació de divises dels ciutadans que havien emigrat a altres països d'Europa a la recerca de feina. El moviment obrer contrari al règim havia agafat força. Des del 1956 havien començat a crear-se les Comissions Obreres al País Basc, Astúries, Catalunya i Madrid al marge del sistema franquista. Els moviments estudiantils estaben també funcionant llavors. Havien començat amb els fets de 1956 a Madrid.

Els moviments contra la dictadura a Catalunya van tenir un dels seus moments àlgids a la «Caputxinada» (de 1966, amb motiu de l'assemblea constitutiva del Sindicat Democràtic d'Estudiants de la Universitat de Barcelona). A partir d'aquell moment i fins a la mort del dictador les universitats de tot l'Estat i en concret la de Barcelona van ser una font permanent de conflictes contra la dictadura. Cada curs hi havia un moment d'aldarulls que quasi sempre acabaven amb les facultats i escoles tancades per una temporada.

El partit comunista (PSUC) tenia una forta implantació en els moviments estudiantils i grupuscles de joves partidaris del dictador s'hi enfrontaven, de vegades violentament, d'altres denunciant-los a la «social» (nom amb el qual era coneguda la policia política).

En aquest ambient vaig fer els meus estudis universitaris. De fet, jo ja tenia una consciència clara que érem una generació d'adolescents diferents, teníem valors que contrastaven amb els del «nacional-catolicismo». Els meus germans més grans (un i dos anys més grans que jo) estaven més per les faldilles que per la situació social i política. Jo vaig representar a casa meva el canvi, vaig dur els tres germans més petits que jo a la consciència social i política que em movia a mi. Creiem que canviaríem el món, que quan nosaltres arribéssim a l'edat adulta i controléssim el món, aquest seria un món millor.

Però no va ser així. El món actual no és millor que el que jo vaig conèixer a la meva adolescència, potser encara és pitjor. No ho sabria dir. La perspectiva de futur no és gaire afalagadora, si més no, els riscos d'involució són ben patents. La meva generació hem viscut una època de creixement de la igualtat que va acabar fa anys, amb la caiguda del mur de Berlín. I cada canvi que es planteja sembla anar en direcció contrària...

En fi, em sembla que ens convé canviar el món amb urgència, almenys així ho planteja la degradació del medi ambient (amb un escalfament global que diuen que aviat serà irreversible), l'empobriment creixent de la majoria de la població mundial, la progressiva pèrdua de valors, de llibertats, etc. No podem esperar que ens ho facin, el canvi l'hem de fer nosaltres.

Una abraçada.








Cambiar el mundo

"Buscaba por todos lados a los que tenían el poder de cambiar el mundo, hasta el día en que me di cuenta de que tal vez era yo".
Frédéric Beigbeder (1965) es un escritor, crítico y comentarista francés.
Las revueltas del Mayo francés (1968) forman parte de mi adolescencia. Eslógans como Il est interdit d'interdire ("Prohibido prohibir"); Soyez réalistes, demandez l'impossible. ("Sed realistas, pedid lo imposible."); faites l'amour et non la guerre ("Haced el amor y no la guerra"); Je suis Marxiste—tendance Groucho. ("Soy marxista, tendencia Groucho"); o Embrasse ton amour sans lâcher ton fusil ("Besa a tu amor sin soltar tu rifle") están incorporadas en mi vida.

En ese momento en mi tierra aún estaba viva la dictadura franquista y ya había superado una posguerra que había durado casi 20 años. La economía del país había comenzado a reflotar gracias al Plan Nacional de Estabilización Económica de 1959 que quería acabar con la economía autárquica y que funcionó, según aseguraba Ramón Tamames, gracias a la fuerte aportación de divisas de los ciudadanos que habían emigrado a otros países de Europa en busca de trabajo. El movimiento obrero contrario al régimen ya tenía fuerza. Desde 1956 habían empezado a crearse las Comisiones Obreras en el País Vasco, Asturias, Cataluña y Madrid al margen del sistema franquista. Los movimientos estudiantiles estaban también funcionando entonces. Empezaron en los sucesos de 1956 en Madrid.

Los movimientos contra la dictadura en Cataluña tuvieron uno de sus momentos álgidos en la «Capuchinada» (1966, con motivo de la asamblea constitutiva del Sindicato Democrático de Estudiantes de la Universidad de Barcelona). A partir de ese momento y hasta la muerte del dictador las universidades de todo el Estado y en concreto la de Barcelona fueron una fuente permanente de conflictos contra la dictadura. Cada curso había un momento de disturbios que casi siempre acababan con las facultades y escuelas cerradas por una temporada.

El partido comunista catalán (PSUC) tenía una fuerte implantación en los movimientos estudiantiles, y grupúsculos de jóvenes partidarios del dictador se les enfrentaban, a veces violentamente, otras denunciándolos a la "social" (nombre con el que era conocida la policía política).

En ese ambiente hice mis estudios universitarios. De hecho, yo ya tenía una conciencia clara de que éramos una generación de adolescentes diferentes, teníamos valores que contrastaban con los del «nacional-catolicismo». Mis hermanos mayores (uno y dos años mayores que yo) estaban más por las faldas que por la situación social y política. Yo representé a mi casa el cambio, llevé a mis tres hermanos más menores que yo a la conciencia social y política que me movía a mí. Creíamos que cambiaríamos el mundo, que cuando nosotros llegáramos a la edad adulta y controlásemos el mundo, este sería un mundo mejor.

Pero no fue así. El mundo actual no es mejor que lo que yo conocí en mi adolescencia, quizás todavía sea peor. No lo sabría decir. La perspectiva de futuro no es muy halagadora, al menos, los riesgos de involución son muy patentes. Mi generación hemos vivido una época de crecimiento de la igualdad que acabó hace años, con la caída del muro de Berlín. Y cada cambio que se plantea parece ir en dirección contraria...

En fin, me parece que nos conviene cambiar el mundo con urgencia, al menos así lo plantea la degradación del medio ambiente (con un calentamiento global que dicen que pronto será irreversible), el empobrecimiento creciente de la mayoría de la población mundial, la progresiva pérdida de valores, de libertades, etc. No podemos esperar que nos lo hagan, el cambio lo tenemos que hacer nosotros.

Un abrazo.


2 comentaris:

  1. Hace poco (en una conversación doméstica sobre el tema) uno de mis maridos, Fede para ser más concreto, dijo algo que nos dejó a todos consternados por su crudeza y su contundencia. Dijo: "Tenemos que hacernos a la idea de que la humanidad no es necesaria para la naturaleza". Luego siguió su razonamiento hasta llegar a la conclusión de que la naturaleza seguirá su curso aun después de nuestra desaparición como especie. "Porque la humanidad debe extinguirse", aclaró. En lo personal, si bien reconozco que la amarga desesperanza de mi marido tiene sobrado fundamento, no puedo negar una romántica ilusión que nos muestra como una especie que evolucionará hacia otra, diferente, que logre adaptarse al medio y obrar en su defensa. Aunque, sé muy bien (al igual que Federico) que lo único que hay que cambiar en el mundo es a la humanidad. El resto funciona de maravillas. Y en ese sentido podemos estar tranquilos: por más paciencia que nos tenga, la naturaleza ha de triunfar y, antes de que logremos destruirla, ella nos destruirá a nosotros.

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    1. Sin duda lo que dice Fede me parece cargado de lucidez. Ninguna especie es imprescindible en la naturaleza y me parece más que evidente que la acción de la humanidad va en contra de si misma. En mi tierra diríamos que se está tirando piedras en su tejado.

      Se dice que el instinto de supervivencia tiene dos aspectos, el primero individual: Todo individuo lucha por sobrevivir. Otro colectivo, como especie, y ese justifica la lucha por la reproducción de todas las especies. Sin duda hemos conseguido "crecer, multiplicar-nos y henchir la Tierra" pero nos hemos pasado creando el desequilibrio brutal, que nos tortura. Sin duda mi texto iba en esa línea, la de la supervivencia de la especie humana.

      Los historiadores creen que el Neanthertal, ese homínido coetáneo del hombre moderno (mal llamado "sapiens") se extinguió por falta de adaptabilidad a los cambios que se estaban produciendo en el planeta. Seguramente por un potencial inmunológico deficiente. Según los científicos nosotros, con los grandes avances de la medicina preventiva moderna, estamos debilitando nuestro sistema propio sistema inmunológico. ¿Estamos facilitando nuestra extinción como especie?

      En fin, muchas gracias por comentar.

      Un abrazo.

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