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dilluns, 3 d’abril del 2017

Miquel

[Entrada 163]

Miquel


Hi ha una cançó que diu «cuando un amigo se va, algo se muere en el alma». Ja sé que tots ens hem de morir, que algun dia em tocarà a mi, però quan algú dels que em són propers mor, se'm fa un forat a l'ànima i per temps que passi, el forat queda.

Aviat farà dos anys que va morir el meu germà sobtadament, d'una afecció cardíaca mentre feia esport, feia molt poc havia mort la meva amiga Montse, ara ha estat un germà de la meva parella d'un accident d'automòbil. Un aiguat va omplir l'autovia d'aigua i el cotxe que conduïa va sortir-ne fent voltes de campana. No va tenir sort i els que el van anar a auxiliar ja el van trobar sense vida.

Era una persona sensible i generosa que es feia estimar i que creia que la independència de Catalunya era inevitable i imminent. I jo l'estimava com al bon amic que era. Sempre estava a punt per donar un cop de mà a qui li fes falta. Era valent i decidit i no s'aturava davant cap dificultat, enginyós per arreglar qualsevol estri, encara que de vegades fos una mica potinerot. I molt competent en la seva professió, on era prou apreciat.

El meu primer contacte amb la mort va ser als meus 10 anys. Un dels meus germans, el penúltim, el dia que complia els 4 anys i mig, va morir ofegat en una bassa. Llavors jo no tenia consciència del que volia dir això, però em vaig passar anys somiant que jugava amb ell abans de somiar que havia mort. Actualment cada any el recordo tant el dia del seu naixement com el de l'aniversari de la seva mort. Les morts sobtades costen d'acceptar.

El 1924 va morir a Madrid el poeta santanderí José de Ciria i Escalante, amic del poeta granadí Federico García Lorca. José rondava els 21 anys quan en poc menys d'una setmana el tifus se'l va endur. Ciria era un poeta inèdit i dirigia un revista de poesia, "Reflector". Lorca va dedicar-li un poema, "Memento", i més tard els "Nocturnos de la ventana" com a record i homenatge. Aquests "Nocturnos" són quatre poemes carregats de simbologia lorquiana sobre la mort on no falten la Lluna, el vent i l'aigua estancada. I aquest petit fragment li'l dedico al Miquel:

Al estanque se le ha muerto
hoy una niña de agua.
Está fuera del estanque,
sobre el suelo amortajada.

Diuen que tot té remei, menys la mort.

Una abraçada.








Miquel


Hay una canción que dice «cuando un amigo se va, algo se muere en el alma». Ya sé que todos tenemos que morir, que algún día me tocará a mí, pero cuando alguien de los que están cerca de mí muere, se me hace un agujero en el alma y por tiempo que pase, el agujero queda.

Pronto se cumplirán dos años de la muerte hermano, súbitamente, de una afección cardíaca mientras practicava deporte, hacía muy poco había muerto mi amiga Montse, ahora ha sido un hermano de mi pareja de un accidente de automóvil. Un aguacero llenó la autovía de agua y el coche que conducía salió de ella dando vueltas de campana. No tuvo suerte y los que le fueron a auxiliar ya lo encontraron sin vida.

Era una persona sensible y generosa que se hacía querer y que creía que la independencia de Cataluña era inevitable e inminente. Y yo le quería como el buen amigo que era. Siempre estaba a punto para echar una mano a quien le hiciera falta. Era valiente y decidido y no se detenía ante ninguna dificultad, ingenioso para arreglar cualquier utensilio, aunque a veces fuera un poco chapucerillo. Y muy competente en su profesión, donde era muy apreciado.

Mi primer contacto con la muerte fue a mis 10 años. Uno de mis hermanos, el penúltimo, el día que cumplía los 4 años y medio, murió ahogado en un estanque. Entonces yo no tenía conciencia de lo que quería decir eso, pero me pasé años soñando que jugaba con él antes de soñar que había muerto. Actualmente cada año le recuerdo tanto el día de su nacimiento como el del aniversario de su muerte. Las muertes súbitas cuestan aceptar.

En 1924 murió en Madrid el poeta santanderino José de Ciria y Escalante, amigo del poeta granadino Federico García Lorca. José rondaba los 21 años cuando en poco menos de una semana el tifus se lo llevó. Ciria era un poeta inédito y dirigía un revista de poesía, "Reflector". Lorca le dedicó un poema, "Memento", y más tarde los "Nocturnos de la ventana" como recuerdo y homenaje. Esos "Nocturnos" son cuatro poemas cargados de simbología lorquiana sobre la muerte donde no faltan la Luna, el viento y el agua estancada. Y este pequeño fragmento se lo dedico a Miquel:

Al estanque se le ha muerto
hoy una niña de agua.
Está fuera del estanque,
sobre el suelo amortajada.

Dicen que todo tiene remedio, menos la muerte.

Un abrazo.


2 comentaris:

  1. Creo que una vez ya te lo dije, pero me siento incapaz de comprender por que tenemos que nacer para acabar muriendo. Incluso en aquellos que se supone han llegado al final del ciclo de sus vidas, es algo que para mi supone una tragedia inexplicable.
    Me he encontrado gente que de alguna forma ha conseguido reconciliarse con este sentimiento y he escuchado sus razones, desde las más humanas a las más trascendentes, pero para mi ninguna tiene sentido.
    Dices que cuesta aceptar las muertes súbitas, pero creo que no hay sentimiento más atroz que el de desear la muerte a quien quieres para que no sufra. Ese camino que yo recorrí con mi padre entre "esperar el milagro" y acabar por desear que cada día fuera el último es lo peor que me ha pasado en la vida.
    También se supone que cuando alguien se va tienes que recordar lo bueno que tenía y los momentos de felicidad compartidos. A mi me cuesta mucho. Siempre me supera el sentimiento de impotencia y de profunda injusticia porque yo pueda seguir con mi vida mientras ellos ya se han ido.
    Cuando mi amiga Carmen se dejó la vida volviendo a casa en la M30 a los 24 aňos, yo vi antes su accidente en las noticias. Luego supe que era ella. Cuando pienso en Carmen recuerdo que estaba feliz por haber conseguido su primer empleo, que le gustaba otro amigo mio pero no sabía si era correspondida y trataba de que la ayudara con él pero no llegué a hacerlo nunca. Luego pienso en ella aprisionada dentro de su coche y tal vez consciente de lo que le sucedía.
    Hace poco más de aňo y medio se fue mi amigo Jesús, tenía 44 aňos. Lo conocí en mi primer día de trabajo en Madrid. Cuando llegó el mediodía se me acercó sin más y me dijo "¿Tienes a alguien con quien ir a comer ahora?", "entonces te vienes conmigo" y nos fuimos a comer juntos. A mi que vengo de otra cultura siempre me ha conmovido la facilidad con la que demuestran generosidad muchos madrileňos. No es que los gallegos no sepamos ser generosos, pero somos más reservados. Es distinto. Quizás por eso me ha dado un poco de pena que nombres entre las cualidades de tu amigo sus deseos de independencia, aunque entiendo que sean sentimientos comprensibles y legítimos, me dejan la sensación de que de alguna forma no sois conscientes de cosas como ésta. Jesús siempre fué un amigo protector. Se implicaba en todo lo que me sucedía como si los problemas fueran suyos. Al final me mintió con su enfermedad. Me dijo que todo estaba controlado cuando ya sabía que se moría. Que alguien desde un estado de vulnerabilidad extrema sea capaz de seguir protegiendo y cuidadando de un amigo debería ser algo de admirar, pero yo no soy capaz, sólo me siento mal conmigo mismo.
    Decir que cuando alguien se te va, te deja un agujero en el alma no explica lo que yo siento. Para mi se llevan una parte de mi propia vida. Luego que con el tiempo lo superes más o menos da un poco igual porque ya no eres el mismo.

    Un abrazo enorme.
    Pucho

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    Respostes
    1. Conozco esa horrible sensación. En mi caso fue mi madre la que vivió un proceso de degradación muy largo. Duró 14 años con algo que posiblemente se tratara de la enfermedad de Binswanger o algo muy parecido. Se pasó más de un año en cama como un vegetal antes de morir, teniendo a mi padre totalmente dedicado a su cuidado. Deseando su muerte no solo deseábamos la liberación de mi madre sino también la de mi padre. Por horrible que sea uno tiene tiempo de preparase para lo que viene y creo cuando llega el momento uno ya lo puede tener bastante asimilado. Mi madre hacía años, al menos ocho, que no era ella cuando murió. Mi padre murió casi 5 años después de una afección cardíaca, una muerte que no fue inesperada puesto que su cardiopatía venia de lejos. Su agonía duró unas pocas horas. Deseo mil veces una muerte como la suya.

      Aunque emocionalmente nos cueste aceptar la muerte, esa es parte de la vida, todo ser vivo muere. Quiero decir que el mismo concepto vida lleva asociada la muerte. Desde el punto de vista racional es algo indiscutible, aunque, como bien dices, cueste aceptarlo.

      Sin duda no llegamos nunca a conocer a las personas que nos rodean, siempre acabo descubriendo en mis amigos aspectos que desconocía y que acabo descubriendo después de su muerte. Miquel no ha sido una excepción.

      Para mí el alma no es más que mi identidad, mi forma de ser, de pensar, de sentir, de emocionarme, de reaccionar, etc. Decir que se ha hecho un agujero en mi alma, que falta parte de ella, viene a decir lo mismo que tu dices, después de una pérdida como esas que comentamos dejas de ser el mismo.

      Insisto en agradecer tus interesantes comentarios.

      Un abrazo.

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