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diumenge, 25 de juny del 2017

Clamar en el desert --- Clamar en el desierto

[Entrada 175]

Clamar en el desert


Jo sóc la veu que clama en el desert [Jo 1, 23] deia l'evangelista Joan. Una bonica imatge per dir que ningú m'escolta. A casa meva d'això en deiem "parlar a la paret". Moltes vegades tinc la sensació de parlar a la paret, de clamar en el desert i de fet em sembla que no és fals del tot.

De fet, també hi ha un adagi que diu que no hi ha més cec que qui no hi vol veure, ni més sort que qui no hi vol sentir. Aquest adagi ens ve a dir que ens tanquem en el nostre pensament, i no escoltem en aquells que aporten idees diferents de les nostres, que s'hi oposen o que les afebleixen. Per això, quan un expressa una determinada idea, és aplaudit per aquells que hi estan d'acord, perquè ja la tenien en el pensament, però generalment no aporta res en aquells que hi estaven en desacord, perquè en el seu pensament la rebutgen, i s'esforcen a buscar arguments per reforçar el seu rebuig. Per això expressar aquestes idees és com clamar al desert, no fas canviar a ningú de pensament, l'única cosa que s'aconsegueix és reforçar el pensament tant dels que hi estan d'acord que assumiran els arguments aportats, com els dels que hi estan en contra que els rebutjaran donant-los per invàlids.

Tradicionalment, i no parlo de fa molts anys, perquè són coses que estan passant ara, s'ha assumit que, en general, no es pot fer canviar el pensament dels adults. Ni tan sols la por i el terror, anul·la les idees d'aquests adults, que poden callar més o menys temps, però aquelles idees no desitjades acaben ressorgint. Per això se'ls elimina. I això s'ha fet de maneres més o menys brutals (tirant-los al mar des d'un avió) o amb formes dotades d'una aparent legitimitat (com els tribunals de la inquisició o altres tribunals ideològics). L'altra gran eina que va posar en marxa la Il·lustració és la programació ideològica a través de les escoles infantils i l'educació obligatòria. Això ja m'ho heu sentit dir moltes vegades, les escoles no han estat concebudes per formar persones, sinó per programar-les. L'objectiu és mantenir l'statu quo, que la gent accepti les desigualtats, els abusos, les injustícies, etc. sense queixar-se. Només quan el sistema atempta contra l'instint de supervivència, quan la població veu que morirà si no es rebel·la, han esclatat les revolucions. Moltes vegades sabent que tenien les de perdre.

Un exemple de programació ideològica és el votant del PP en aquest país, malgrat tota la corrupció, la pobresa i la precarietat que estem patint els segueixen sent fidels i els continuen votant. Hi ha estudis sociològics que apunten que la majoria d'aquests votants van ser educats (i programats) a les escoles franquistes.

Tot plegat em fa pensar sovint que aquesta bitàcola no és més que una altra veu que clama en el desert.

Una abraçada.







[Entrada 175]

Clamar en el desierto


Yo soy la voz que clama en el desierto [Jn 1, 23] decía el evangelista Juan. Una bonita imagen para decir que nadie me escucha. En mi casa a eso le llamábamos "hablar a la pared". Muchas veces tengo la sensación de hablar a la pared, de clamar en el desierto y de hecho me parece que no es totalmente falso.

De hecho, también hay un adagio que dice que no hay más ciego que el que no quiere ver, ni más sordo que el que no quiere oír. Este adagio nos viene a decir que nos encerramos en nuestro pensamiento, y no escuchamos a aquellos que aportan ideas diferentes de las nuestras, que se oponen a ellas o que las debilitan. Por eso, cuando uno expresa una determinada idea, es aplaudido por aquellos que están de acuerdo, porque ya la tenían en el pensamiento, pero generalmente no aporta nada a aquellos que estaban en desacuerdo, porque en su pensamiento la rechazan, y se esfuerzan en buscar argumentos para reforzar su rechazo. Por ello expresar estas ideas es como clamar en el desierto, no haces cambiar a nadie de pensamiento, lo único que se consigue es reforzar el pensamiento tanto de los que están de acuerdo que asumirán los argumentos aportados, como los de los que están en contra que los rechazarán dándolos por inválidos.

Tradicionalmente, y no hablo de hace muchos años, porque son cosas que están pasando ahora, se ha asumido que, en general, no se puede hacer cambiar el pensamiento de los adultos. Ni siquiera el miedo y el terror, anula las ideas de esos adultos, que pueden callar más o menos tiempo, pero esas ideas no deseadas acaban resurgiendo. Por eso se les elimina. Y esto se ha hecho de maneras más o menos brutales (tirándolos al mar desde un avión) o con formas dotadas de una aparente legitimidad (como los tribunales de la inquisición u otros tribunales ideológicos). La otra gran herramienta que puso en marcha la Ilustración es la programación ideológica a través de las escuelas infantiles y la educación obligatoria. Eso ya me lo habéis oído decir muchas veces, las escuelas no han sido concebidas para formar personas, sino para programarlas. El objetivo es mantener el statu quo, que la gente acepte las desigualdades, los abusos, las injusticias, etc. sin quejarse. Sólo cuando el sistema atenta contra el instinto de supervivencia, cuando la población ve que morirá si no se rebela, han estallado las revoluciones. Muchas veces sabiendo que tenían las de perder.

Un ejemplo de programación ideológica es el votante del PP en este país, a pesar de toda la corrupción, la pobreza y la precariedad que estamos sufriendo les siguen siendo fieles y les siguen votando. Hay estudios sociológicos que apuntan que la mayoría de estos votantes fueron educados (y programados) en las escuelas franquistas.

Todo ello me hace pensar a menudo que esta bitácora no es más que otra voz que clama en el desierto.

Un abrazo.



2 comentaris:

  1. El libre intercambio de ideas basado en un raciocinio suficiente, argumentos coherentes y niveles rigurosos de prueba y honestidad es algo que debería formar parte de nuestra realidad cotidiana. Seguramente tenemos la capacidad para hacerlo. Se enseňa (o debería enseňarse) en todas las escuelas con el nombre de método científico. Para cualquier ámbito de la vida este método reduce drásticamente el error y resulta la manera más eficaz de acercarse a la verdad. Sin embargo, aunque poseemos esta herramienta tan útil para debatir y pensar, rara vez tenemos la voluntad de usarla, fuera al menos de la vida académica.
    Tal vez sea que en cierta manera todos sentimos la necesidad de creer en aquello que desearíamos que fuese cierto, y en ocasiones y tal vez para ciertas personas, esa necesidad es tan fuerte que se vuelven completamente inmunes a la evidencia.
    Tenemos además otra necesidad, y es la de pertenencia. Buscamos certezas y tratamos de identificarnos con nuestros semejantes en torno a ellas a modo de significación profunda. Asumir que si las ideas no funcionan, debemos descartarlas significa que, al menos en parte, nuestros sentimientos de propiedad e identidad se verán afectados.
    Igualmente se dicen cosas como que la mentira tiene las patas muy cortas, o que es imposible engaňar a todo el mundo durante todo el tiempo, pero una de las lecciones más tristes de la historia es que si se está sometido a un engaňo demasiado tiempo, se tiende a rechazar cualquier prueba de que es un engaňo. Encontrar la verdad deja de interesarnos. Simplemente es demasiado doloroso reconocer, incluso ante nosotros mismos, que hemos caido en el engaňo.
    Lamentablemente, vivimos en sociedades en las que para imponer una mentira no es necesario engaňar a todo el mundo, tan sólo a una parte, el tiempo suficiente.
    Creo que algunas de estas dinámicas humanas tienen mucho que ver con esa realidad de "clamar en el desierto". Otras quizás tendrían más que ver con el hecho de que casi siempre debatimos para convencer y no para comprender a quien tenemos enfrente.
    Siendo sincero, yo no me pregunto demasiado por que tendemos a confundir las esperanzas con los hechos, por que buscamos las pruebas y apariencias que están a favor de nuestros deseos e ignoramos las que se oponen a ellos, o por que nos resulta más fácil rechazar la evidencia que admitir que estábamos equivocados. Me cuesta mucho más comprender (y disculpa la ingenuidad), la necesidad de algunas verdades. Me pregunto que razón hubo para tanta gente que elijió vivir al cobijo de una ideología de derechas, al margen ya de que puedan estar o no cautivos de sus falsedades.

    Un abrazo.
    Pucho

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    Respostes
    1. En esta ocasión creo que estoy totalmente de acuerdo contigo. Que tu comentario ha desarrollado muy bien esa idea que apuntaba en mi texto que "no haces cambiar a nadie de pensamiento, lo único que se consigue es reforzar el pensamiento tanto de los que están de acuerdo que asumirán los argumentos aportados, como los de los que están en contra que los rechazarán dándolos por inválidos".

      Muchas gracias por aportar tu comentario.

      Un abrazo.

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